Desde entonces pistas como San Antonio, Valle Azul o el Acarreo donde acudían en invierno miles de mendocinos para esquiar languidecen en medio del abandono y ante un futuro incierto.

 

Hace tres años que el Estado expropió Penitentes a los antiguos propietarios a los que debe indemnizar y con la promesa de convocar una nueva licitación para el centro de esquí.

 

 

La última temporada de esquí en Penitentes fue en el año 2016; en mayo del 2017 el Gobierno decidió no renovar la concesión y en el 2018 se aprobó en la Legislatura la expropiación de los inmuebles.

 

En ese momento se hablaba de un "Plan Estratégico de Montaña" y se avanzó con una "expropiación de urgencia" con el objetivo de reactivar el turismo de montaña y mejorar la calidad del servicio que se ofrecía en el lugar.

 

Desde entonces, Penitentes empezó a sufrir haciendo honor a su nombre. Los puestos de trabajo que se generaban en cada temporada invernal dejaron de existir. Los servicios se fueron restringiendo y, hoy en día, se ha convertido en un pueblo fantasma.

 

Nada ha avanzado y sus antiguos propietarios denuncian robos, exigen que les restituyan bienes muebles y reclaman una indemnización.

 

Quien se haga cargo del centro de esquí deberá realizar una inversión millonaria para poner en condiciones los remontes, adquirir máquinas pisa nieve y reparar los inmuebles que se han visto afectados por el vandalismo y el paso del tiempo en un paraje hostil como es alta montaña.

 

Mientras Penitentes muere, el Gobierno Provincial de Mendoza afirma que trabaja para en el futuro pueda constituirse el "Centro Integral de Montaña" que integraría a Penitentes. Pero cada año que pasa, será más difícil conseguirlo.