Corea del Norte ha inaugurado una nueva estación de esquí, Kanggye Ski, la tercera del país, un complejo invernal de 50,000m2 cerca de la ciudad norteña de Kanggye. La estación cuenta con una pendiente principal de 530 m de largo, una pendiente para principiantes de 200 m de largo, así como restaurantes y alojamiento, e incluso con un sistema para producir nieve artificial, usando una fuente local de agua, según revela el periódico Rodong Sinmun.

 

El mandatario norcoreano Kim Jong-un describió el proyecto como una forma de ayudar a su gente a disfrutar "la mejor civilización al más alto nivel".

 

 

Hasta aquí nada nuevo, si no fuera porque Kanggye Ski se ha construido en apenas diez meses y que Corea lo ha hecho logrando entrar en el país los cañones para la nieve artificial saltándose las sanciones de la ONU que impiden que los bienes de lujo ingresen en el país. 

 

En cambio, ha tenido que “fabricar” sus  propios remontes mecánicos, en lo que el centro de propaganda estatal, Arirang Meari, ha calificado como una "respuesta a las travesuras de los EE. UU. Y sus seguidores". 

 

 

La estación de esquí de Kanggye es la segunda que se construye en Corea en menos de cinco años, después de Masikryong Ski Resort, que se inauguró en 2013, y Begaebong en el Monte Paektu, un proyecto de  Kim Jong-IL, padre del actual presidente.

 

Kanggye Ski Resort está situada cerca de la frontera con China, a escasos 40 kilómetros de distancia. Sus instalaciones lejos de los lujos de Masikryong porque pretende dar servicio a un cliente local, los habitantes de la provincia de Chagang y con la esperanza de ver crecer a alguna promesa de los deportes de invierno.

 

La noticia ha sido anunciada en el sitio web Ryugyong del país, que explicaba, al más puro estilo norcoreano, que el proyecto se completó antes de lo previsto para reflejar la "suprema voluntad del pueblo".

 

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