Unos juegos de invierno en los Pirineos, última oportunidad para los trampolines de La Molina

Unos juegos de invierno en los Pirineos, última oportunidad para los trampolines de La Molina

Imagen actual del trampolín de 70 m de Font Canaleta en La Molina (Foto: Ivan Sanz).

Fri, 24/08/2018 - 18:58
La candidatura de unos juegos de invierno para 2030 en los Pirineos es la última oportunidad para recuperar los trampolines de saltos de esquí de la estación ceretana.

Un artículo para recordar el pasado y presente por un lado y para plantear el futuro de los saltos de esquí en La Molina por el otro. ¿Cuál es el origen? ¿Volveremos a ver algún día saltos de esquí en los trampolines de La Molina?

La posible candidatura de unos juegos de invierno en el Pirineo es seguramente, la última oportunidad para recuperar unas instalaciones y una práctica deportiva que en los años 70 y 80 del siglo pasado vivieron una época dorada en la estación ceretana.


Imagen actual del trampolín de 30 m de Font Canaleta en La Molina (Foto: Ivan Sanz).

La Molina nació como centro de deportes de invierno a principios del siglo XX. Fue en 1908 cuando está documentado en la revista del Centre Excursionista de Catalunya (CEC) que los primeros esquiadores hicieron acto de presencia en la zona para empezar a deslizarse por los prados con pendiente de la zona. Los primeros esquiadores practicaban telemark y el Stemmbogen y, parece que sobre 1912 se practicaron los primeros saltos de esquí.

Con la llegada del tren en 1922, La Molina (cota 1.500) empezó a ganar popularidad y entre 1923 y 1924 ya se convirtió en un espacio consolidado para la práctica del esquí gracias a la facilidad de llegada. Ese mismo año los esquiadores empezaban a ganar cota y subir hasta Font canaleta (1.700 m), ya que la zona ofrecía más garantía de nieve y grandes espacios con pendientes libres de bosque. La zona ganó popularidad rápidamente, hasta el punto de que en ese mismo año se celebraron un concurso de deportes de invierno y los Campeonatos de Catalunya.


Copa del Rey de saltos celebrada en el año 1992 en La Molina (Foto: archivo captura pantalla Temps de Neu)

Font Canaleta se proyecta como zona para saltos de esquí

Font Canaleta no sólo se convirtió en un espacio apto para la práctica del esquí, sino que también se convirtió en un espacio muy adecuado para practicar saltos de esquí. Según algunas fuentes fue el 11 de marzo de 1934 cuando se inauguró el trampolín llamado "Font Canaleta". La inauguración contó con un saltador de lujo, el noruego Sigmund Ruud (1907-1994), por entonces ya olímpico y medallista. Dio el salto inaugural del primer trampolín de La Molina con una distancia de 38 metros. Un cartel y tarjeta de presentación de lujo para proyectar la zona con un buen futuro para la práctica de los saltos de trampolín.

Desgraciadamente, el inicio de la Guerra Civil española en 1936 seguida por el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939, hizo que las instalaciones y actividades de saltos de esquí quedaran en parte paradas o bajo mínimos.

No fue hasta 1958 que la actividad se reinició de nuevo. En 1973 todavía se hizo un avance muy importante y se construyó un nuevo trampolín de 30 metros que fue ampliado hasta los 35.

Un nuevo impulso llegaría en 1978, fecha de inauguración del nuevo trampolín de 70 metros, con el que se proyectaba definitivamente la Molina como la plaza fuerte de los saltos de esquí en el ámbito de la península Ibérica. El trampolín era de rampa larga y bastante plana, a diferencia de la mayoría de trampolines que en aquella época había en Europa. Lo estrenó el catalán Ángel Joaniquet Tamburini el 25 de marzo de 1979, que en su libro "En un salto" explica que estéticamente no era un trampolín demasiado "bonito". Actualmente el trampolín ya no dispone de la parte alta de la recepción ya que justo en ese tramo pasa un camino de enlace entre las pistas de esquí alpino llamadas "trampolí" y "Pista llarga".

Ese mismo año se ponía en marcha la Copa del Rey de saltos, prueba puntuable para el Campeonato de Europa. Este campeonato, sin embargo, dejó de celebrarse en 1992.

Lo cierto es que los años 70 y 80 del siglo pasado fueron la época dorada para los saltos de trampolín en La Molina. Había afición y una cantera de jóvenes suficiente que en cierto modo garantizaban el futuro de los saltos de esquí en la estación ceretana. Una base formada por jóvenes de las categorías alevín, infantil y juvenil que, sin ser amplia, permitía garantizar buenos resultados, que llegaron a su máximo exponente con la participación de tres saltadores en los juegos de invierno de Sarajevo en 1984 y de Calgary en 1988.


A punto de iniciar el descenso en el trampolín de 70 m de La Molina (Foto: archivo captura pantalla Temps de Neu).

Una historia que se acaba precipitadamente

Al llegar los años 90 la situación en los trampolines de La Molina empezaba a ser algo precaria. En el año 1992 todavía se celebró la última Copa del rey de saltos. Y en el verano de 1995 el trampolín de 70 metros de Font Canaleta todavía fue modernizado y se equipó con material plástico, para permitir los entrenamientos sin necesidad de disponer de nieve. La inversión podía parecer un revulsivo para las actividades de saltos en La Molina, pero nada más lejos que la realidad.

La historia de los saltos de esquí en La Molina terminó precipitadamente en 1996. Ese año la RFEDI decidió unilateralmente -sin consultar los practicantes federados- clausurar el equipo y selección de saltos y dedicar el presupuesto de saltos de trampolín al equipo de esquí alpino. En opinión de algunos de los profesionales de esa época, para la Federación española los saltos no convencían, ya que se veían como una modalidad demasiado nórdica y con pocas posibilidades de proyectarse y consolidarse en el país.

Para más resignación la supresión del equipo apenas tuvo eco en los ámbitos deportivos y mediáticos, básicamente porque sus practicantes eran contados con poco más que las dos manos y porque, a diferencia del esquí alpino, los saltos son un deporte no recreativo, es decir, sólo destinado a la competición, y en consecuencia sin posibilidades de obtener ingresos que no fueran los de la Federación competente. Así pues, en 1996 se hicieron los últimos saltos y los trampolines quedaron definitivamente abandonados. Desde entonces ninguna intervención ha evitado su degradación continua, aunque visualmente y a cierta distancia todavía lucen con cierto orgullo su pasado.


Iniciando descenso en el trampolín de 70 m de La Molina (Foto: archivo captura pantalla Temps de Neu).

Y de repente, aparece Port del Comte

Después de casi 15 años de silencio casi absoluto sobre instalaciones para saltos de esquí, en 2010 el interés por los saltos volvía fugazmente a la actualidad. Y lo hizo con sorpresa, porque si bien la tradición de saltos en el Pirineo gerundense la tiene casi en exclusiva La Molina, más allá del trampolín de saltos que a principios de siglo se construyó en Vall de Núria, y del que ya no queda prácticamente nada, la nota curiosa la hizo estallar Port del Comte, estación de esquí situada en el Prepirineo.

Fue en enero de 2010, cuando el ex-alcalde de Barcelona Jordi Hereu anunciaba la creación de una posible candidatura Barcelona-Pirineos para el año 2022, cuando las instalaciones disponibles para las pruebas de saltos de esquí se ponían de nuevo a debate. Sólo un mes más tarde del anuncio de Jordi Hereu, Port del Comte se postulaba, con apoyo político y civil local, como posible sede para acoger las pruebas de saltos de esquí en la hipotética candidatura olímpica para los juegos de invierno Barcelona-Pirineos. También lo hizo la estación de esquí de fondo de Tuixent La Vansa, que se proponía como sede de las pruebas de esquí nórdicas. Las dos propuestas fueron descartadas en su momento por cuestiones de distancia excesiva con la sede central.


El saltador kevin-Bickner en Planica, Slovenia, en una prueba realizada durante la temporada 2017-18 (Foto: FIS-SKi).

La candidatura de 2030, última oportunidad

Aunque los proyectos de las candidaturas Barcelona-Pirineus2022 y 2026 fueron descartados, el primero por un calendario demasiado ajustado, y el segundo por cuestiones políticas pero también para así centrar los esfuerzos en una candidatura con más garantías para el 2030, en ambos casos la propuesta era recuperar los trampolines de Font Canaleta.

De hecho, en el anteproyecto inicial de la candidatura para 2026 se destacaba la zona de Font Canaleta como muy óptima para albergar las pruebas de saltos dada su proximidad a la villa olímpica, que debía construirse en el actual aparcamiento del telecabina Alp 2500 (a poco más de 500 m de distancia), pero también porque sería fácilmente accesible con el nuevo telecabina proyectado para unir la estación de tren (en la cota 1.500) con Pista Llarga (hipotético centro de prensa en la candidatura) y Font Canaleta (en la cota 1.700 y estadio para trampolines).

Si el anteproyecto de candidatura de unos juegos de invierno para 2026 preveía la construcción de 3 nuevos trampolines en la misma zona, para pruebas oficiales y para entrenamientos, falta saber qué pasará en un hipotético proyecto para el 2030. La candidatura de unos Juegos de Invierno se convierte, pues, como la última oportunidad para volver a ver saltos de esquí en la Molina. Los trabajos actuales de la Taula de Treball Permanent per una Candidatura Olímpica d'Hivern Pirineus-Barcelona serán los que decidirán dónde deberían celebrarse los saltos de esquí en una hipotética candidatura para los juegos de invierno en los Pirineos. Habrá que esperar a ver como se resuelve esta cuestión para saber si algún día volveremos a ver saltos de esquí en los trampolines de La Molina.


Imagen frontal del actual trampolín de Oslo para saltos de más de 100 m (Foto: FIS-SKI).
 

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