Boí-Taüll, con la moral tan alta como su cota

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Mié, 28/11/2018 - 15:53

Boí-Taüll tras la noticia hecha pública ayer. ¿Y ahora qué? Unas reflexiones sobre lo vivido en Boí Taüll en estos últimos tres años.


En Boí-Taüll, siempre con alegría

Hace sólo unas horas saltaba la noticia de que Boí Taüll pasaba a ser gestionada por la Generalitat. En realidad, hay que matizar que la estación ya era propiedad de la Generalitat desde diciembre de 2014, pero la gestión había quedado en manos de la empresa Promocions Turístiques de la Vall, S.A., filial de Nozar.

Este es un matiz importante porque demuestra que, en la práctica, el Govern de Catalunya, la Generalitat, optó por una fórmula que permitía que el Grupo Nozar, anterior propietario de la estación, continuara vinculado al centro invernal y se fuera preparando para a una recompra de la estación. Cuando fuera posible, claro. A poder ser, lo antes posible y en la mejor situación posible.

La fórmula parecía suficientemente justa para ambas partes, ya que entre las obligaciones prioritarias de un gobierno no debe estar ni la gestión ni la propiedad de una estación de esquí, como tampoco de un circuito de fórmula 1, de un parque temático o, llegados al extremo y para que nos entendamos, de una fábrica de mercería o de un concesionario de automóviles. Y tenía lógica que el antiguo propietario tuviera la opción de recuperar y recomprar la propiedad de la estación una vez superadas las dificultades financieras de un momento de crisis.

Por ahora la Generalitat ya es propietaria y gestora de 5 estaciones de esquí, y bastante críticas que ha recibido desde diversos ámbitos por esta situación. Bien mirado, hay que tener presente que en Catalunya hay tres otras estaciones privadas que económicamente son viables y que tienen que competir, o complementarse, con las estaciones públicas. Y eso, se mire desde la perspectiva que se mire, siempre acaba generando controversia, pros y contras, que ahora no voy a contar porque no es el espacio ni el momento para hacerlo.


Martí Rafel, segundo por la izquierda, Amaro Redondo a la derecha y Valeria Suarez en el extremo derecho, en una imagen de archivo

Escribo este artículo porqué el caso de Boí-Taüll lo he seguido con especial atención y proximidad. Desde el primer momento con el que se optó por la fórmula de concesión de gestión de la estación a la filial de Nozar, me tenía intrigado como se lo harían para salir adelante y recuperar la estación.

¿Sería capaz el equipo de directivos y trabajadores, ya fuera a pie de taquilla vendiendo forfaits o desde un despacho gestionando reservas, para remontar la estación y sacarla del agujero de deudas en el que se encontraba?

La operación tenía todos los ingredientes para convertirse en un reto mayúsculo. Entre estos el hecho de ser una estación singular por su ubicación (lejos de los grandes centros de población pero relativamente cerca de un gigante como Baqueira) y por la coyuntura del momento, condicionada por el cambio climático, más evidente en la vertiente sur del Pirineo, y por la crisis general que arrastramos desde 2008. ¿Hay voluntarios o profesionales para hacerlo posible?

Es por esta proximidad y seguimiento de su día a día que quisiera hacer algunas reflexiones sobre el momento que atraviesa Boí-Taüll.

De entrada, y después de comentar la situación hoy mismo con uno de sus máximos responsables, me alegra constatar que la decisión no es en absoluto dramática como algunos titulares de los medios de comunicación podrían dejar entrever.

Todo lo contrario, la decisión aporta una garantía para el Valle de Boí a las puertas de iniciar la temporada, para sus trabajadores y para los clientes de la estación, ya sean los de la comarca, de segunda residencia o quienes ya hace días han contratado una semana blanca.

En segundo lugar la decisión de que la estación pase a ser gestionada por la Generalitat se ha tomado no porque la estación haya sido mal gestionada en estas tres últimas temporadas. Todo lo contrario. Una paradoja, porque mientras Boí Taüll ha conseguido en las dos últimas temporadas unas cuentas de explotación en positivo, gracias a un buen reposicionamiento de la marca y a una meteorología más benigna, la realidad es que la bolsa de deuda que acumula en las cuentas de explotación, todavía no permite garantizar ni mucho menos, ya pesar de la labor realizada y difícilmente superable, un reflotamiento de la estación.

Así que, ante las dudas y la soledad con la que se pueda encontrar la actual gestora si las cosas se ponen mal, mejor anticiparse ante una coyuntura económica o climática que podría volver a hacer tambalear la actividad económica que de la estación se deriva en el Valle de Boí, desde trabajadores a proveedores.

Y en tercer lugar, la aventura de Boí-Taüll no deja de reflejar la dificultad que hoy en día supone el mundo de la nieve en general. Para todo el mundo, por supuesto, públicos o privados. Pirineo sur, norte, oriental, occidental o, porque no, andorrano. El de la nieve es sector económico vital para los valles del Pirineo pero tiene que sobrevivir en un mundo que, económicamente es hipercompetitivo y dirigido desde los grandes polos de actividad económica que quedan lejos de los Pirineos, social y ecológicamente estigmatizado, deportivamente marginado y climáticamente cuestionado por todos lados. ¿Quién quiere y puede levantar un negocio que arrastra deudas en una coyuntura como ésta?

Desde estas líneas quiero hacer un reconocimiento público a quienes en estos tres años han estado trabajando para reflotar Boí-Taüll. Pasando por sus trabajadores y operarios sobre la nieve (pisteros, técnicos, maquinistas...) hasta sus equipos de administración (equipo directivo, comercial, reservas, atención, marca ...). También por la determinación del empresario que había al frente de toda esta aventura, Luis Nozaleda, o por el empuje, entusiasmo y cohesión que han sabido transmitir dos profesionales como Martí Rafel y Xavier Gonzalez al proyecto de reflotamiento. Pero la lista es bastante más larga y a la memoria me vienen nombres como Valeria, Patxi, Ignacio, Adela, Amaro ...

Si algo me ha quedado claro, en estos tres años de contacto con sus responsables, es que las ganas de continuar, de convicción y confianza en un proyecto se acaban transmitiendo a todos los ámbitos de una estación, desde la sonrisa al pie de un telesilla, desde el buen día del camarero que te sirve el café, desde la atención telefónica con que te pueden responder para hacer una consulta o incluso en el conductor de una quitanieves te abre camino con oficio magistral en medio de la tormenta.

Se agradecen actitudes como ésta que hacen que, cuando sólo llevas dos kilómetros que has dejado atrás el Valle de Boí, ya vuelves a tener ganas de volver. O que cuando tienes que publicar una noticia como la que ayer se hizo la luz te vengan las ganas de escribir una reflexión como ésta: en Boí se trabaja con la moral y una fuerza tan o más alta que su cota.


Dos conductoras del telesilla Vacas de Boí en una imagen de archivo. Siempre con alegría.

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