Mis siete razones y pico para esquiar (o practicar snowboard)

Mar, 22/07/2014 - 17:28
 
1- La Nieve
 
Desde las primeras sensaciones del debutante, pasando por las que va descubriendo poco a poco el intermedio hasta llegar a las del esquiador experto, la nieve nos transmite su propio estado de ánimo. Nos hablará y si estamos atentos, la escucharemos desde los esquís a través de nuestros sentidos.
 
2- Los viajes
 
La montaña es el hábitat del esquiador. Viajar te llevará hasta ellas. Pequeñas o grandes estaciones de esquí. Fabulosas o con encanto, te encontrarás lagos, ríos, bosques, glaciares, riscos, pueblecitos pintorescos. Lugares de Nieve espectaculares. Además, ver estos paisajes cuando están nevados aún realza más su belleza. Y puede que, si se animan, veas también a algunos de sus habitantes. Ardillas, marmotas, rebecos, corzos… La Naturaleza te rodea por todas partes y te sientes parte de ella.
 
Paisajes de espectacular belleza. Riksgraensen (Suecia)
 
3- El deporte
 
Esquiar es para mi uno de los deportes más completos y, de entre todos los que existen, de los más bonitos de practicar. Además, al hacerlo, participará todo nuestro cuerpo, desde el cerebro donde se conectan tus cinco sentidos hasta el más pequeño de los músculos que lo forman. Algunos de ellos, los que nos hacen sonreír, son de los que más trabajan. Practicar un deporte en altura te hará más fuerte, ágil y resistente
 
4- La compañía
 
Cualquiera lo puede practicar. Niños. Sus padres. Tus amigos. . Este deporte de nieve es de los pocos que puedes disfrutar con tu familia y con tus compadres, incluso con los nuevos. Hacer amigos en la nieve es muy habitual. Cualquier edad y condición es válida, dentro de unos límites claro, pero no son muchos. Buena salud y tener ganas. Padres e hijos.  Abuelos y nietos. Tu cuñada, tu primo. El vecino. El colega al que has animado a subir y que ahí está dando sus primeros pasos. Siempre te lo agradecerá y lo recordaréis. Esquiando podéis disfrutar, juntos o por separado, de una actividad deportiva divertida y muy saludable.
 
Además, en la nieve, es muy fácil hacer nuevos amigos. El sentido de la camaradería, aunque se ha perdido un poco, es muy habitual en la montaña. El entorno entorno natural en el que se practica ayuda a desarrollar los valores de camaraderíasolidaridad y ecología; no son pocas las ocasiones en las que recoges un bastón perdido, te ayudan a levantar tras una caída o percibes con mayor intensidad que aquella lata vacía no debería estar ahí y su "ex-propietario", tal vez tampoco, al menos hasta que se comporte como un animal, es decir, sin dejar restos de su humanidad. 
 
El esquí adaptado ha abierto un mundo de sensaciones y ha integrado en el fabuloso mundo del deporteí a cada vez más personas con disntintas capacidades. El esquí es para todos; incluso para los que no lo practican pero te acompañan y escuchan con buen ánimo y mucha paciencia los relatos de tus bajadas, se tragan tus vídeos sonriendo mientras lo hacen. Quién no prefiere esquiar en compañía. No, no es una pregunta.
 
Saludando a un desconocido desde el telesilla del Testero en la Pinilla. Foto: Solanas
Saludando a un desconocido desde el telesilla del Testero en la Pinilla. Foto: Solanas 
 
5- Es saludable
 
Dedicarle días al esquí supone ponerte en forma. Cuanto más, mejor. Claro, me dirás, es un deporte. Yo te añado que además, es muy saludable, reconforta y anima. Estar a primera hora en lo alto de la montaña te estimula, te oxigena, sube tus niveles de adrenalina, te concentra. A lo largo de la temporada de esquí, mi familia de glóbulos rojos crece, se multiplica. Me canso mucho menos gracias a que mis pulmones tienen más capacidad de transportar oxígeno. Mis músculos y articulaciones están más fuertes y firmes. Tengo más capacidad de concentración y reacción. Vamos, que estoy como un chaval.
 
6- La emoción
 
No cabe ninguna duda que hacer snow o esquiar, sin ser peligrosos, son deportes de riesgo.  Pero precisamente ese es uno de sus mayores atractivos. Por ello, la emoción que supone practicarlos es una razón más que sumar a las anteriores. El esquí es/puede ser competitivo, pero no supone tener que realizarlo solo con personas de tu mismo nivel. Solo compites contigo mismo para mejorar a medida que acumulas kilómetros de pistas, que cuantos más, mejor lo haces y más te diviertes. Te aconsejo que sigas tomando clases según avanzas, así, cada vez te resultará más fácil, seguro y entretenido.Ten en cuenta que esquiar bien es la leche. pero hacerlo muy bien, es alucinante.
                              
 
a los muros de nieve voy...               
 
7- Te fortalece
 
No sólo físicamente, que también. La montaña y la nieve no siempre están de buen humor. A veces, cuando se enfadan, pueden llegar a ser realmente hostiles. Tu fortaleza física y de espíritu se pondrán a prueba. Llegarás entonces a niveles de resistencia que no hubieras imaginado y que te servirán en el futuro para otras situaciones como la vida profesional y privada. Tenlo por seguro. 
 
Y media
 
Estas son solo siete de mis razones para esquiar. Te podría decir algunas más o escuchar también las tuyas. No sería difícil estar de acuerdo. Las sumaría y las haría mías. A modo de conclusión aunque el tema queda abierto, y saldrá siempre que se junten  los esquiadores tras un día de nieve (no hay nada tan especial como “contar la jugada” entre amigos y conocidos después de una buena esquiada) y del placer de quitarte las botas al terminar (esta, por si sola, podría ser una octava razón) en una terraciza al sol que, ya sin fuerza, se defiende aún del frío, no tiene precio. 
 
La montaña está viva y la nieve no se queda atrás. Cada día tienen un ánimo diferente y te ofrecen una nueva cara que, además, puede cambiar en cualquier momento. La sola posición del sol o una nube te cambiarán la perspectiva. Esquiar está lleno de sorpresas.
 
Subir en la última silla. Foto: Christian Aslund
 
No son pocas las veces que me he fundido, literalmente, con la nieve. No ha existido en ese momento otra cosa en mi mundo y solo ha sido interrumpida, si estabas ahí conmigo, por tu mirada cómplice que me dice que lo que recorre tu cuerpo es la misma sensación que la mía. Una sensación que dibuja en ambos una amplia sonrisa que perdurará a través del tiempo.
 
Te podría hablar de lo que siento en un día de sol sobre los esquís con la mejor nieve. Te podría contar sobre estar esquiando por una pista rodeada de bosques, sin viento y nevando, escuchando solo el silencio de cada copo al caer y pisar nieve nueva en cada bajada. Te podría decir de sentir la cara y las manos heladas en mitad de la ventisca mientras espero o me esperas a calzar de nuevo los esquís o ayudándonos a levantar tras la caída, porque en la nieve no se abandona al compañero o al desconocido a su suerte. 
 
Yo, a la nieve la miro a los ojos y me enamora como el primer día. Me da paz y armonía. Me excita, me divierte, la domino y me domina, la miro y me mira, la escucho. La siento. Me da vida.
 
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