5000 años y seguimos igual de Cromagnones (o casi..)

Dom, 14/08/2016 - 21:38
 
El Ecce Homo de Borja
 
Sabemos que la historia del Ecce Homo de Borja (Zaragoza) dio la vuelta al mundo cuando la ya octogenaria Cecilia Giménez, movida al parecer por la misericordia decidió restaurar la imagen de "he aquí El Hombre" que lucía en la iglesia de esta localidad aragonesa.
 
La buena voluntad de la mujer, y la aquiescencia (o permiso) del Ayuntamiento, dejaron aquella pequeña pintura mural hecha unos zorros, pero mira tú por dónde, la cosa dio la vuelta al mundo y hoy la conocen desde Kapurthala a Tegucigalpa
 
Afortunadamente, en este caso, se trataba de una obra menor, aunque ahora es muy visitada y gracias a la viralidad que llegó a alcanzar la noticia, se ha convertido en una especie de Icono-Pop del Arte Conceptual (en el que importa más la idea que la obra en sí) que le ha dado "vidilla" al pueblo, no pocas chanzas entre vecinos y extraños y una notoriedad al Ecce Homo y a la mano que lo parió (al actual) que ya quisieran muchos museos a lo largo y ancho de la mar océana.
 
 
El Esquiador de Røøya 
 
Situada a un paso del Círculo Polar Ártico, en esta localidad de Noruega, se han encontrado importantes vestigios arqueológicos que constatan el paso de antiguas civilizaciones por aquellos helados parajes. Restos dejados por los primeros hombres que permiten reconstruir a lo largo de miles de años, la historia de la propia humanidad. 
 
Uno de los más importantes hallazgos, y significativo, por cuanto demuestra que los esquís ya eran utilizados en la Edad de Piedra, se trata del Petroglifo encontrado en la localidad Røøya (Isla de Tro, Noruega), un vestigio de la Civilización Nøstvet que rondaba por la península escandinava hace entre 4000 y 6000 años antes de Cristo.
 
La imagen, un esquiador con un único bastón grabado en la roca, es la más antigua representación de un ser humano sobre unas tablas, y que era (es) todo un símbolo en Noruega, no en vano fue el ideograma con el que este país presentó los Juegos Olímpicos de Invierno de Lillehammer en 1994 y ha estado presente en sellos, monedas y textiles de toda clase desde su descubrimiento. 
 
 
Se repite la historia
 
La lástima es que un ejemplo parecido pero no igual, entre el Ecce Homo mañico y el esquiador de piedra de Røøya, pero que no va a tener tan buen final para éste como el que ha tenido aquél, por las irreversibles consecuencias del salvaje acto al que ha sido sometido. El suceso ha acaecido en la localidad noruega antes citada. Dudamos (en realidad dudo yo) que lo uno sea consecuencia de lo otro pese a las semejanzas pero lo cierto es que en ambos casos, era para tenerles las manos atadas a la abuelita pintora y a los dos churumbeles que os voy a presentar acto seguido.
 
Hará un par de semanas, dos chavales en Noruega han perpetrado una gamberrada en toda regla, si bien para ellos, en su más que sospechosa excusa —no hay arma más afilada que un inocente infante aburrido (que sería el caso) y con algún instrumento punzante en la mano— se trataba de mejorar al pétreo esquiador de Tro para disfrute del personal, por si no lo podían ver bien. Destrozadito. De petro aún le queda, que para eso es de roca, pero ahora en vez de glifo, más vale llamarlo borrón.
 
El caso es que tan "linda travesura" dejó al pobre esquiador de piedra más arrugado que si fuera humano de veras y hubiera pasado igualmente por la pila de años que el correspondiente grabado. Me río por no llorar y digo yo que dónde estarían sus padres que, "nenes" como estos, con perdón, hay que tenerlos atados en corto que si te descuidas te la lían. Menudos!
 
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