Cañones de nieve contra murciélagos en la estación de esquí de La Clusaz

Cañones de nieve contra murciélagos en la estación de esquí de La Clusaz

Los murciélagos que anidan en el borde de la meseta de Beauregard, en el Macizo de Aravis.

Mié, 23/06/2021 - 08:57
Se prevé un embalse para abastecer el pueblo y asegurar el esquí, cerca de la meseta de Beauregard, en el Macizo de Aravis, donde anidan los murciélagos.
El pueblo de La Clusaz, en la Alta Saboya, ha puesto en marcha un proyecto de retención de agua destinado a abastecer los cañones de nieve de la estación de esquí y el agua potable del municipio.
 
Hasta aquí, ningún problema, pero resulta que la construcción de un embalse de 3,8 hectáreas, donde ya se han instalado estacas para marcarlo, puede afectar una turbera cubierta de musgo, hábitat de los murciélagos que anidan en el borde de la meseta de Beauregard, en el Macizo de Aravis.
 
Los murciélagos, inofensivos para los humanos, son muy útiles. Ingieren miles de insectos cada noche y los ecologistas recuerdan que “hay que y eso comienza con respetar su alojamiento, que a veces pasa a ser nuestro hábitat”.
 
El alcalde de La Clusaz, Didier Thévenet, defiende la iniciativa con mapas, gráficos y figuras. Didier Thévenet asegura que se actuará en una zona que queda fuera de la protección Natura 2000, “poco frecuentada y ya dañada por un temporal en 1999”.
 
Para él, esta cuenca de retención de agua es el seguro de vida del municipio: al garantizar 30 años más de esquí, mantener la economía del pueblo y el empleo de los habitantes.
 
El proyecto supondría un nuevo embalse para recoger agua.
 
Ante el calentamiento global, "nos dice Météo France: si cubres el 45% de tu dominio esquiable con nieve artificial, tienes 30 años de esquí equivalentes a los que tienes actualmente", explica el alcalde. "Es el esquí lo que pagará la transición turística en los próximos treinta años", añade. Su objetivo: duplicar la facturación no relacionada con el esquí cada cinco años.
 
Para conseguirlo, asegura el Ayuntamiento, es necesario poder conservar 100.000 metros cúbicos de agua dedicados a la nieve artificial, a los que se suman 50.000 metros cúbicos para asegurar el abastecimiento de agua potable del pueblo, amenazado por la creciente irregularidad de precipitación.
 
El proyecto tiene un coste de 10 millones de euros y ha sido aprobado por 18 votos de 19 en el último pleno del Ayuntamiento de La Clusaz.
 
Las obras podrían comenzar en otoño. "No se trata de poner más nieve artificial", repite incansablemente el alcalde. “Mi función es mantener los principales equilibrios de la estación”. Y destaca que en 2020 rechazó la creación de un Club Med y la ampliación del área de esquí.
 
Sin embargo, los grupos medioambientalistas cuestionan la evolución de su modelo económico, muy dependiente del esquí alpino.
 
"Hay que esperar", explica Virginie de Boisséson, presidenta de la asociación La Nouvelle Montagne y propietaria de un chalet en la meseta de Beauregard. "Hay miedo alrededor de las expectativas turísticas, porque ya no vienen sólo para hacer una semana de esquí sin parar. Quieren reconectarse con la naturaleza".
 
 
La crisis del Covid demostró este invierno que sin remontes, el modelo económico, por el momento, no es viable. Los profesionales del esquí y los activistas medioambientales dicen estar a favor de una "transición" en el turismo de montaña, pero hay que ver cómo se consigue en consenso para avanzar.
 
Mientras, las proyecciones de Météo-France, a una altitud de 1.750 metros en el territorio de La Clusaz, pronostican que la temperatura media anual habrá aumentado en la segunda parte del siglo de 1,3 ° C a 2,7 ° C en comparación con su media entre 1976 y 2005, con hasta un tercio menos de días de heladas cada invierno.
 
"El esquí tal y como lo conocemos se acabará, pero no tenemos una solución de sustitución", confirma Eric Adamkiewicz, profesor de la Universidad de Toulouse y exdirector de la oficina de turismo de Les Arcs -Bourg-Saint-Maurice. "Queda por construir un modelo económico".
 
El debate que hay abierto en La Clusaz no es el único en los Alpes: en Gresse-en-Vercors (Isère), los habitantes votaron en referéndum a favor de la instalación de nuevos cañones de nieve; en La Grave (Haute-Alpes), la ampliación del teleférico de Meije divide a la población local; en La Féclaz (Saboya), otro proyecto del embalse de agua para nieve provocó actos de vandalismo e impugnaciones legales.
 
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