Las razones de fondo de la trifulca en el Everest: ¿sherpas vs occidentales o cuestión económica?

Las razones de la trifulca en el Everest: ¿sherpas vs occidentales o cuestión económica?

Cordada al Everest.

Dom, 05/05/2013 - 10:42
El ataque de un numeroso grupo de sherpas a Simone Moro, Ueli Steck y Jon Griffith en el C2 del Everest fue el reflejo de un grave problema de fondo en las relaciones entre los sherpas y los alpinistas occidentales.

En Lugares de Nieve hemos seguido este incidente desde el principio, primero con la notícia de los graves incidentes entre sherpas y alpinistas, posteriormente dimos información de la versión de los sherpas en esta otra notícia, el siguiente capítulo fue el de el testimonio de Chad Kellogg que en un artículo muy completo nos dio nuevas claves, ahora Desnivel aporta este nuevo artículo de reflexión con las razones de fondo sobre lo que paso, que lo reproducimos integramente aquí.

 

Durante una semana se ha hablado abundantemente sobre la monumental trifulca que se organizó en el campo 2 del Everest cuando un grupo muy numeroso de sherpas (casi un centenar) atacó a Simone Moro, Ueli Steck y Jon Griffith por, teóricamente, haberles molestado durante la delicada operación de fijar cuerdas en la pared del Lhotse camino del C3. Un suceso sorprendente y grave, difícil de explicar por sí mismo.

Jonthan Griffith y Steck Moro, en el campo 2.
 
Rememorando el desarrollo del incidente, primero apareció el comunicado de los tres alpinistas explicando lo sucedido. Un texto que dejó atónita a la comunidad montañera mundial y que sumió a los observadores externos en un cierto grado de confusión, mientras aparecían otras voces contando sucesos similares en otras ocasiones, como Nacho Orviz. Otros destacados montañeros, como Steve House, apuntaban vía Twitter que “en 2011, para aclimatar en la ruta normal del Makalu, escalábamos sin cuerda cerca de las líneas fijas y el líder sherpa también nos amenazó”.
 
Un par de días después del ataque, se celebró en el campo base una reunión entre sherpas, jefes de expedición y los alpinistas afectados, en el que todos los implicados se pidieron perdón mutuamente y se firmó un documento calificado como el ‘armisticio del Everest’. A continuación, Simone Moro, Ueli Steck y Jon Griffith anunciaron que se retiraban de la montaña y los dos últimos se iban para casa.
 
Paralelamente, surgió una supuesta versión de los sherpas, en voz del guía estadounidense Garrett Madison, muy diferente de la  ofrecida por Simone Moro y los suyos. Una versión que motivó muchas críticas de otros alpinistas que estaban en la montaña y que provocó que Chad Kellogg revelara los detalles de la agresón sufrida por los tres alpinistas europeos en un relato a ratos espeluznante y casi increíble que parece acercarse mucho a lo que ocurrió en realidad, según confirman otras fuentes.
 

Increible imagen de la ruta más transitada de ascensión, ¿una de las causas?
 
 
Más allá de los hechos
Pero más allá de los hechos acaecidos en este vergonzoso episodio, subyace una pregunta de fondo: ¿Se corresponde la magnitud de la reacción sherpa a la supuesta provocación recibida de parte de Simone Moro, Ueli Steck y Jon Griffith? Como es obvio que la respuesta es negativa, otra pregunta ha puesto en tela de juicio el tema más importante de esta historia: ¿Cuál es la razón de fondo para esa reacción? Varias opiniones se han vertido al respecto, incluidas las de algunos los tres alpinistas afectados. Tienen en común dos ideas: por un lado, los sherpas tienen muy arraigado el sentimiento de que están siendo utilizados por los occidentales quienes además les faltan al respeto; y por el otro, tienen una sensación de propiedad sobre el Everest y entienden que ellos deben dictar las normas de ascensión en la montaña, que pasan por su guiaje de expediciones al estilo comercial sin lugar para las ascensiones independientes.
 
Ueli Steck: “No volveré al Everest”
El alpinista suizo, dolido físicamente por el puñetazo que recibió en la cara y que le provocó una herida y dañado anímicamente por la situación vivida, ha expresado en una entrevista a Swissinfo.ch que no piensa volver al valle del Khumbu: “Estoy muy decepcionado y mi confianza se ha ido. No podría regresar a esta montaña, aunque todos digan que esto no volvería a pasar. No puedo volver. ¿Quién me puede asegurar que el grupo furioso no va a cortar mi cuerda o a incendiar mi tienda?” “Realmente, amaba el valle del Khumbu; he venido diez veces, pero no voy a volver”, asegura, y señala que “por suerte, hay un montón de buena gente por ahí y muchas otras montañas”.
 
Los sherpas han trabajado aquí durante muchos años y ahora son la gente rica de Nepal, han ganado mucho poder. Pero por el otro lado, ven a los occidentales haciendo mucho dinero y hay un hueco enorme entre ellos y esos occidentales
 
En su opinión el problema de fondo es un conflicto latente entre sherpas y occidentales. “Los sherpas han trabajado aquí durante muchos años y ahora son la gente rica de Nepal, han ganado mucho poder. Pero por el otro lado, ven a los occidentales haciendo mucho dinero y hay un hueco enorme entre ellos y esos occidentales. Lo que nos ha pasado allí arriba es una muestra de un enfado que ha estado creciendo durante años. Es el distanciamiento entre dos mundos y la envidia que ha crecido durante años”.
 
Jon Griffith: “Querían ocultarlo bajo la alfombra”
Era la primera vez que el británico Jon Griffith, fotógrafo de la expedición, viajaba al Himalaya. En un email enviado a UKClimbing.com comenta que “es un problema enormemente delicado y complicado. Tuvimos una ceremonia en la que todos hablamos públicamente sobre lo que había pasado y sobre que la reacción de los sherpas era algo que las expediciones comerciales y la comunidad del Everest en general debía tratar. No fue debido sólo a nuestras acciones. Nosotros fuimos la punta del iceberg y hablamos sobre esto con el cículo de líderes. En tanto que no vamos a tomar acciones legales, dejamos en manos de la comunidad encontrar una adecuada ‘acción disciplinaria’ (así lo llaman ellos). Lo ven como un gran problema subyacente y algo que tiene que ser tratado antes de que vuelva a suceder. El hecho de meterlos en prisión sólo conseguiría causar una revuelta, es emportante encontrar el equilibrio justo en el que los sherpas sean capaces de verbalizar sus problemas y preocupaciones a la comunidad y que se restablezca el viejo ‘respeto’ entre cliente y sherpa y viceversa. Por el momento, los sherpas se sienten utilizados y que no son tratados con respeto por sus clientes occidentales”.
 
Un personaje muy influyente, del que por ahora no daré el nombre, ha pedido al Ministerio de Turismo de Nepal que se ponga por escrito en todos los permisos que los alpinistas no están autorizados a ascender por delante del equipo que fija las cuerdas
 
Griffith tiene también críticas contra la fórmula elegida para solucionar el asunto. “Los nepalíes tenían la esperanza que todos nos daríamos la mano, continuaríamos nuestro camino y todo sería barrido bajo la alfombra. Pero esto no es realista. Fue la experiencia más horrorosa de nuestras vidas y no hay manera de que nos sentamos seguros en la montaña”. Además, lanza un último y preocupante comentario: “Un personaje muy influyente, del que por ahora no daré el nombre, ha pedido al Ministerio de Turismo de Nepal que se ponga por escrito en todos los permisos que los alpinistas no están autorizados a ascender por delante del equipo que fija las cuerdas. Si esto ocurre, significará que la única manera de poder escalar el Everest es hacerlo por un bonito y amplio camino y sobre cuerdas fijas con toneladas de gente. También quiere decir que las expediciones que quieran escalar algo (en estilo alpino), a parte de la ruta normal no podrán aclimatar antes de su ascensión”.
 
 
Simone Moro: “Se han dicho muchas mentiras”
El experto alpinista italiano, en una larga entrevista concedida a National Geographic, se ha quejado de las mentiras que se han publicado en blogs y webs. “Dicen que usé la radio para provocar. Yo les acuso firmemente de ser unos mentirosos. Tengo muchos testigos. Nunca estuvo en mi mente provocar a nadie”.
 
Con una experiencia de 20 años en el valle del Khumbu, Simone Moro hace un análisis pormenorizado de la situación: “Cuando Hillary y Tensing escalaron el Everest en 1953, la relación entre sherpas y extranjeros era completamente diferente. Hoy en día, todo es negocio. Envidia. Enfado. Competición. Alta tensión. Si vienes aquí hoy, encontrarás que, detrás de muchas sonrisas, hay muchas cuestiones económicas. Y especialmente este año, en que se ha contratado a muchos sherpas, está también la cuestión de quién va a ser el primero en hacer cumbre, quién va a llevar a más clientes a la cima. Hay muchas agencias sherpas ahora que querrían tener el negocio en sus manos. Se está llevando a cabo una especie de proceso cultural”.
 
Además, reflexiona que “a veces, gente como nosotros, que no somos clientes, somos considerados como no buenos para el negocio. Porque no necesitamos sherpas. No necesitamos gente que fije cuerda. Estamos fuera de la rutina de la parte comercial del Everest. La persona que lideraba el equipo de fijación era joven, probablemente sin mucha experiencia. Probablemente, no abierta culturalmente a aceptar que alguien pueda escalar sin su ayuda, como hacíamos nosotros”.
 
Denis Urubko: “Los sherpas dictan las normas"
El montañero kazajo, compañero de expediciones invernales y amigo de Simone Moro, estaba recuperándose de un resfriado en el valle cuando sucedieron los hechos en el C2 del Everest. Su opinión, basada también en una larga experiencia como ochomilista y expresada extensamente en su blog, es bastante dura. “Los sherpas a menudo pierden el autocontrol y son los primeros en pelear, iniciar la agresión o coger un arma” en una situación de conflicto. Además, apunta que “en una multitud, el ‘local’ en general pierde las referencias de la decencia y el cuidado. La impunidad multiplicada por la confianza de ser las fuerzas del ‘territorio’ rompe las últimas restricciones”, algo que no limita sólo a los nepalíes. “Los sherpas consideran el Everest como su propiedad”, apostilla, “y esto ha creado un nivel de alta casta deseosa de hacer crecer su autoestima, lo que les lleva a mirar altivamente a la gente de otras nacionalidades y a dictar las normas ‘no escritas’. Y en consecuencia, a la mayoría de ellos les hace obligar otras normas no escritas como la hospitalidad, el respeto por el talento, la aspiración de aprender, etc.”
 
Toda esta situación social se yergue, según Urubko, en el dinero. Un dinero que pagan gustosamente los que él denomina “pseudo-alpinistas”, que están “bajo el esclavizaje de los maestros de la situación, los sherpas”. Algunos de estos sherpas, además, no tienen “el nivel necesario” y son simplemente “trabajadores de jumar”, dice el kazajo, aunque ellos mismos se consideran imprescindibles para sus clientes y “con el derecho de dictar las normas” porque “detrás de ellos, habrá centenares de pseudo-alpinistas para quienes fijar cuerdas, montar campamentos y llevar el equipo de oxígeno es importante”. Cabe recordar que Denis Urubko y Alexey Bolotov ya habían montado la tienda del C3 a la que se dirigían Simone Moro, Ueli Steck y Jon Griffith días antes de que los sherpas fijaran ese tramo de cuerda.
 
 
Artículo original: Desnivel.com
 
 
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