Cueto Negro: Réquiem por el telesilla de casi medio siglo de Valgrande-Pajares

Cueto Negro: Requiem por el telesilla de casi medio siglo de Valgrande-Pajares

Cima del Cueto Negro y su legendario telesilla

Vie, 21/10/2016 - 07:25
Después de casi medio siglo en funcionamiento, en una tarde gris y otoñal de octubre, el legendario Telesilla del Cueto Negro ha pasado a mejor vida. La merecida jubilación, con unos a favor y otros en contra, ha llegado sin solución de continuidad. No hay sustituto para el viejo remonte
Ya es historia. Desde el pasado domingo 16 de octubre y después de 47 años dando vueltas, llegó el momento de la jubilación para uno de los más longevos servidores de los esquiadores que hasta el momento teníamos en España. Con tristeza, la mirada baja y casi en silencio, Valgrande-Pajares llegaba a la última página del libro que, allá en el invierno de 1969, se empezara a escribir cuando, bien lustroso y flamante, comenzó su actividad el Cueto Negro,  el legendario telesilla astur de la Cordillera Cantábrica.
 
Cima del Cueto Negro, arribada del mítico telesilla Foto: asturcentral.es
Cima del Cueto Negro, arribada del mítico telesilla. Foto: asturcentral.es
 
Ya es historia pero, caso curioso, el Cueto lo fue desde el primer día. El legendario remonte del Principado se puso en marcha en los albores de la Edad Moderna de nuestro esquí, a finales de la década de los 60, cuando aún este deporte invernal soñaba con ser alguien en nuestro país, entonces todavía en blanco y negro. A su alrededor fueron creciendo Escuela, alquiler, apartamentos y servicios a los que poco a poco se acercaban, más movidos por la curiosidad en aquel entonces, los primeros esquiadores del norte. 
 
El Cueto Negro alcanzaba entre los 70 y los 90 su época dorada y el telesilla, joven y orgulloso, convertido en pulmón y corazón de la estación asturiana, bombeaba miles y miles de entusiastas deportistas de la nieve a las pistas, a los que recogía, una y otra vez, para devolverlos a ellas mientras la estación se desarrollaba a su alrededor. 
 
Pasaban los años y aquel esplendor que vivieron las montañas del asturiano valle de Lena se fue apagando merced al nacimiento y expansión de otros muchos complejos de esquí dentro y fuera de nuestras fronteras pero, incansable a pesar de que los años comenzaban a hacer mella, el Cueto seguía imparable con su actividad: es más, el telesilla lenense se echaba a la espalda, ya casi en el ocaso, las bicicletas y a sus jinetes durante el verano.
 
Así las cosas, sus responsables, aún tratando de mantenerlo con vida a pesar de sus achaques -el Cueto Negro superaba los 40- y sin solución de continuidad pues a pesar de la promesa de los políticos de "darle un hijo" de seis plazas y desembragable que diera continuidad a la estirpe de tan valeroso y esforzado remonte; ni decir tiene que ese sucesor ni ha llegado ni se lo espera en los próximos años a mayor pena de la estación y de sus visitantes. 
 
Tras muchos años de servicio, el Cueto se echaba a las espaldas a los mountain bikers. Foto: archivo
Tras muchos años de servicio, el Cueto se echaba a las espaldas a los mountain bikers. Foto: archivo
 
En llegando el final y exprimido al máximo: «No se trata de una medida caprichosa, tenemos un informe de nuestro responsable técnico en el que se dice que hasta aquí llegó el remonte y que su vida útil ha finalizado» decía José Ramón Tuero, Consejero de Deportes del Gobierno del Principado y actual "tutor" y responsable del ya finado telesilla. 
 
Medio siglo, para un medio de transporte, es una eternidad y más si su función ha desafiado a todo tipo de inclemencias como las que se dan en las cimas de las montañas. Al pobre Cueto, que ha visto de todo, le ha llegado la hora y por fin podrá descansar pero, qué ingrata es a veces la vida, triste al pensar qué será ahora sin él de los esquiadores de las nieves asturianas de Valgrande-Pajares.
 
En soledad, sin festejos ni alharacas pero querido por muchos, en una tarde de otoño llegó el último día de quien lo dio todo y más por los deportes de invierno en España. Quizá aún haya esperanza y más pronto que tarde, el ejemplo y la semilla de este histórico telesilla germinen y veamos surgir de entre las entrañas de la montaña al hijo que le dé continuidad en el tiempo y vuelva la estación asturiana al lugar de importancia que tuvo con el viejo Cueto Negro que en gloria esté. Este sería el mejor homenaje que se le podría hacer.

Requiescat in pace, amigo. Te lo has ganado

 
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