Esquiadas mágicas junto a un lago Titicaca que se seca

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Mié, 02/08/2023 - 12:11
Hace 25 años todavía se esquiaba en el glaciar boliviano de Chacaltaya, pero eso ahora ya no sería posible. Para peores noticias, leo este fin de semana que en Bolivia el lago Titicaca también está amenazado por la sequía y el calentamiento global...
 
 
Quedan pocos días para llegar al ecuador del verano. Otro verano para olvidar en lo meteorológico, y es que cuando aún no ha terminado ya va dejando varios récords de mal asumir, como el julio más cálido desde que hay registros, digamos científicos.
 
En realidad, solo hace falta mirar unos días atrás para recordar los 45 grados del Alt Empordà, que para más inconvenientes se añaden a la sequía extrema que sufrimos desde 2021.
 
Y si esto ocurre en nuestro país, para acabar de entristecer un poco más el panorama, leo este fin de semana que en Bolivia el lago Titicaca también está amenazado por la sequía y el calentamiento global.
 
Aspecto que ofrecía Chacaltaya, en la práctica una lengua de hielo y nieve más que un glaciar (Foto: Wikipedia).
 
La lectura de esta noticia me ha trasladado rápidamente a mis recuerdos de hace veinticinco años, cuando viajé a Bolivia para la práctica del alpinismo con mi querido Centro Excursionista Jonquerenc. El objetivo era hacer algunas cumbres de la Cordillera Real, pero mi escasa preparación técnica y física pronto me apartó del intento de coronar alguna cumbre emblemática. Y es que debo admitir que, ya en aquellos lejanos 1997 y 1998, me seducían bastante más un par de esquís y unas pieles de foca que unos crampones y un piolet.
 
Pero el viaje a los Andes bolivianos, y por supuesto la escapada a comer una trucha del lago Titicaca junto a sus aguas, me resultó mágico. Muy mágico. Y aún hoy, uno de los recuerdos que jamás olvidaré de mi paso por la Cordillera Real, fue mi visita y esquiada a Chacaltaya, el pequeño glaciar que a 40 km de La Paz tenía el honor de ser la estación de esquí más alta del mundo, a 5.400 metros.
 
Ante el refugio del Club Andino Boliviano de Cahacaltaya, el año 1997 (Foto: CEJ).
 
Poder esquiar en esas nieves fue toda una suerte que ahora, cuando han pasado 25 años, ya no sería posible. El glaciar desapareció por completo en el 2009. Quizás un aviso, una advertencia, un mal augurio, de la sequía que ya daba señales junto al lago Titicaca no muchos años más tarde.
 
Ha pasado, pues, un cuarto de siglo de esa esquiada que para mí resultó única, excepcional y desgraciadamente de auténtico privilegio. Y ya que cito aniversarios, debo decir que en este 2023 se cumplen 80 años de la instalación de aquel primer remonte de Chacaltaya. Lo instalaron en 1943, cuatro años después de la inauguración del mítico refugio.
 
La coyuntura, pues, me ha invitado a volver a conmemorar esa esquiada que ya no volverá a ser posible. Y no lo será porque el refugio del Club Andino Boliviano, ahora ya no acoge alpinistas ni esquiadores.
 
Por lo que he podido ver en diferentes redes sociales, del alma montañera de Chacaltaya ya no queda prácticamente nada. Hoy Chacaltaya, o lo que queda de ese refugio que ya hace 25 años era bastante austero, acoge a grupos de turistas organizados para ir a hacerse alguna selfie y, con suerte, a tirarse alguna bola de nieve. Porque sí, de vez en cuando nieva, y si la nieve aguanta unas semanas, a menudo hay quien se atreve a calzarse unos esquís y realizar alguna bajada bien viralizada por las redes sociales. Pequeñas alegrías que me gusta ver desde la distancia.
 
En la pala donde estaba el pequeño glaciar permanente, junto al refugio, ya no hay hielo, si no rocas y piedras. Tampoco queda el cable del remonte. De ese ambiente que a mí me pareció auténtico y montañero, y que ahora lo llamarían los Andes en su esencia más auténtica, ya no queda gran cosa.
 
Entrando a esquiar en el glaciar de Chacaltaya en 1997 (Foto: CEJ)
 
Ya para ir terminando, y pese a la tristeza comentada al inicio de este artículo, también es igualmente cierto que nunca perderé la esperanza de pensar que todavía estamos a tiempo de repensar el modelo actual. Al menos intentar revertirlo hacia otro que sea más sostenible. Y más sensible.
 
Quién sabe si dentro de 20 años, cuando deberían cumplirse los 100 años del remonte de Chacaltaya, o dentro de 25, cuando sea el momento de conmemorar mis 50 años de esa esquiada mágica, se pueda volver a esquiar con un ojo en La Paz y el otro buscando al Titicaca. Por un lado, gracias a haber frenado el calentamiento global, y por otro, a una nueva tecnología que permita volver a cubrir de nieve y hielo, la que un día fue la estación más alta del mundo. Entonces dejaré de ser un privilegiado esquiador del pasado y pasaré a ser un esquiador esperanzado en el futuro.
 
Si os ha gustado leer Esquiadas mágicas junto a un lago Titicaca que se seca también puede interesar la lectura de Glaciar Chacaltaya de Bolivia: otra triste historia del cambio climático.
 
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