Medio siglo de la medalla de “Paquito” que dio a conocer al mundo que en España se esquiaba

Medio siglo de la medalla de “Paquito” que dio a conocer al mundo que en España se esquiaba

Francisco Fernández Ochoa camino del oro en Sapporo 72.

Sáb, 12/02/2022 - 19:01
El 13 de febrero de 1972, en Sapporo, Francisco Fernández Ochoa se convirtió en un héroe nacional al conquistar el primer y único oro olímpico del esquí alpino español.
A principios de la década de los setenta, una España aún amordazada por el franquismo, empezaba a ser conocida internacionalmente por el turismo por las tres “S”: Sex, Sea and Sun.
 
Los jóvenes se atrevían a romper moldes y ganaban popularidad algunos deportes más allá del fútbol. Entre ellos, el esquí alpino, que para sorpresa de todos los españoles, ocupó la primera noticia del telediario de RTVE del 13 de febrero de 1972 y las portadas de los principales rotativos del país al día siguiente.
 
 
Aquel día de hoy hace medio siglo, un joven de 21 años de Cercedilla, Francisco Fernández Ochoa, ganaba la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Sapporo 1972.
 
Era el primer oro del esquí alpino español, una hazaña que convirtió a “Paquito”, como fue conocido popularmente, en un héroe nacional.
 
La gesta del mayor de la saga de los Fernández Ochoa se produjo en la pista del Taineyama (el monte Taine), donde relegó a la segunda plaza a uno de los mitos del esquí alpino y considerado el mejor esquiador de la época, el italiano Gustav Thöni, al que le sacó más de un segundo de ventaja.
 
En los Juegos Olímpicos de Sapporo'72, “Paquito” Fernández Ochoa compitió en el slalom gigante (donde quedó descalificado y ganó el oro Gustav Thöni) y en el especial. En esta segunda disciplina, portando el dorsal número 2, ganó la primera manga con un tiempo de 55:36, e hizo segundo en la segunda, 53:10, con un cómputo total de 1:49.27 que le daban el oro en la prueba técnica por excelencia, en los primeros Juegos de invierno que tuvieron lugar en Asia.
 
El vídeo de la gesta de Paquito:
 
 
Así describió su día de gloria en Sapporo’72 en el Libro de Historia de los Deportes de Nieve en España, editado por RFEDI, es una buena muestra de ello:

"A Sapporo fuimos unos días antes. Íbamos bien, muy bien, y todo muy organizado: Favre, Aurelio y yo por un lado, y Tissot y Conchita por otro. Conchita no tuvo suerte. Quedó la 29 en descenso y la descalificaron por saltarse una puerta del gigante. A mí también me descalificaron en el gigante, pero yo iba a por el slalom. En la primera manga salí con el dorsal 2 y decidí no apretar a tope, pero dándole aire por si acaso. Hice 55 segundos y 36 centésimas, y metí casi dos segundos a Zwilling, que había salido con el uno, y pensé que, o yo había ido muy deprisa, o él iba muy mal. Y bajaban los Thoeni, Bachleda, Palmer, Penz, Neureuther, y cada vez más tiempo. ¡Coño, pues sí que lo he hecho bien! Ahí es donde empecé a concebir esperanzas de medalla, en serio. Me animaba yo mismo."

Como se invertía el orden de salida en la segunda manga, me tocaba salir el último. Vi bajar a todos. Observé dónde estaban los problemas. Cuando me lancé, sabía perfectamente el recorrido. Bajé de cine. Estuve a punto de caerme, pero me rehíce. Según avanzaba, me daba cuenta de que era medalla, pero no sabía de qué color. Cuando llegué, miré el marcador y vi que mi tiempo total era el mejor, sentí algo inmenso, inenarrable, único. Daba saltos, me reía como un enano, daba abrazos a todo el mundo. Más tarde supe que mi tiempo era el segundo en la segunda manga, pero que, en el global, había metido más de un segundo a Thoeni. Pero es que yo llevaba, de verdad, la victoria en la cabeza. Y eso es definitivo".

Ese oro le convirtió de forma automática en todo un ídolo, en una España en la que, de aquella, apenas llegaban triunfos internacionales. Apenas bajarse del podio, fue vestido con una capa española y un sombrero cordobés con los que atendió a la televisión alemana y su llegada en el aeropuerto fue recibido por el entonces príncipe Juan Carlos y el infante don Felipe.
 
El oro que despertó el orgullo patrio le convirtió luego en monitor de esquí del Rey Juan Carlos.
 
Antes de la proeza de 'Paquito' sólo lucían las del ciclista Federico Martín Bahamontes, en el Tour de 1959; las del tenista Manolo Santana, ganador de Wimbledon en 1966; y las del motociclista Ángel Nieto, que entonces había ganado tres de sus '12+1' mundiales. Y por equipos sólo brillaba la Eurocopa de fútbol de 1964, que España le ganó en Madrid a la extinta Unión Soviética.
 
 
El de 'Paquito' supuso, además, en ese momento, el tercer oro olímpico de toda la historia de España, después del de Amezola y Villota en pelota vasca (cesta-punta) en los Juegos de París 1900 y el de hípica, por equipos, en Ámsterdam 1928.
 
Cercedilla, el pueblo que vio crecer a Francisco Fernández Ochoa, colocó días antes de su fallecimiento -6 de noviembre de 2006- una estatua del campeón de Sapporo'72. Con los brazos en alto y la equipación del único oro olímpico español de esquí, “Paquito” celebra para siempre su medalla. Ese día, sentado en una silla de ruedas, dijo que había corrido muchas carreras. Unas las he ganado y otras las he perdido, pero siempre me empleé a tope, como ahora". Murió a los 56 años debido al cáncer.
 
La gesta que él mismo describió, en una entrevista con la Agencia Efe y luego en su biografía La vida, un slalom (La Esfera de los Libros) "como si un austriaco hubiese triunfado en (la plaza de toros de) Las Ventas", es todavía la única medalla de oro lograda por el esquí alpino español en su historia, un 13 de febrero de hace ya 50 años.
 
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